El pasado 21 de enero, en torno a las 17:00 horas, una llamada al 091 alertaba de una nueva crisis que se estaba viviendo en el antiguo albergue Richard Schirrmann de Casa de Campo, reconvertido en un centro de acogida para menores extranjeros no acompañados (los conocidos como “menas”).
En esa comunicación, trabajadores del centro aseguraban que uno de los residentes estaba causando graves destrozos en el interior y, además, estaba tirando piedras a los educadores. De hecho, cuando los agentes llegaron hasta allí, los trabajadores habían conseguido encerrar en un cuarto al menor, que seguía dando golpes en la habitación.


Se da la circunstancia, por otro lado, de que muchos de los accesos de Casa de Campo continúan cerrados, debido al mal estado del arbolado tras el paso de la ventisca Filomena hace más de un mes.
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